Los muertos / by Horacio Contreras

Magus bookstore. Seattle, WA. 2022.

Me aburren las obviedades. Las mías incluidas, claro. Tardé una década en darme cuenta de que lo mío era la soledad y los gatos, la soledad y los muertos, la soledad determinada por los espacios de silencio entre el piloto que prende la calefacción, el recuerdo del silencio y, finalmente, el silencio otra vez. Antes de la calefacción fue la constancia del noneo del ventilador o, cuando llegaron lo apagones, el suspiro colectivo del hartazgo. Es decir, la obviedad de la rutina para escapar de la obviedad social, para enajenarme de la obviedad personal, individual.

El respeto por el silencio -cosa tan rara en estos días. Unos lugares que se dedican a acumular palabras, a vender palabras -las librerías, quiero decir. En ese atropellamiento de palabras, que podría ser caótico y no lo es, el silencio. Bajo la guardia y me entrego, siempre y casi sin condiciones; aquí sí, todo lo que aquí se hace, todo se vale. Uno tras otro, las contraportadas, las texturas, las biografías cortas, el puteo al malparido(a) que tomó esa foto por la que yo habría matado y, mientras la envidia me mata, el asombro. Los precios son un arte, escritos a lápiz y con esa rayita extraña al final y que quiere decir que no hay céntimos después, que es un número redondo, escapándosele, escurriéndosele al odioso .99 tan de moda en una época. Sí. Esto es lo que es. Esto y nada más. Y no es mucho. Y lo es todo.

Recycle bookstore. Denton, TX. 2023.

Ya nadie tiene que decirme a dónde ir. Mi lugar está casi siempre al fondo, en el último piso, en el sótano, en el rincón al que se llega cuando se ha dejado atrás todo lo demás. El polvo de la última sección es otro: esa capa de piel gruesa que casi nadie limpia, cuida y quiere, porque casi nadie visita (este es el lugar reservado a las lenguas bastardas. Mi reino de este mundo). En otras latitudes, donde la bastardía es la regla, los espacios estaban delimitados por categorías que aquí están reservadas. “Español. Spanish”: la etiqueta genérica.

Esta es la vida que yo escogí y lo hice muy pronto, con plena conciencia de que lo que yo quería era estar sola. Sí, me confundí en una época cuando la soledad escogida se confundía con la impuesta. Yo escogí leer porque quería vivir entre muertos, entre palabras mudas, en espacios donde, lejos de lo que se piensa, la quietud puede con las superficies.